En los últimos años, la reconfiguración cultural entre los colaboradores más jóvenes ha llevado a un aumento significativo en sus expectativas laborales. Esta transformación no se limita únicamente a una mayor demanda de remuneración económica, sino que también incluye una creciente valoración de factores relacionados con el bienestar. Por ejemplo, cada vez más trabajadores esperan que sus empleadores ofrezcan programas de salud mental, bienestar emocional y apoyo en el equilibrio entre la vida personal y profesional (Horton International, 2024).
Un estudio reciente realizado por la Fundación Forge en colaboración con el Centro de estudios Espacio Público, exploró las percepciones y expectativas que los jóvenes en Latinoamérica tienen respecto al mercado laboral. Esta investigación, que combinó encuestas a más de 2.200 jóvenes y grupos focales, revela importantes hallazgos sobre qué factores priorizan al evaluar sus oportunidades laborales. El estudio destaca que, además de aspectos tradicionales como el salario y la estabilidad, los jóvenes están otorgando una creciente importancia a otros elementos. Como muestra la siguiente tabla, las expectativas de los jóvenes incluyen desarrollo profesional, horario flexible, un ambiente de trabajo atractivo y beneficios, incluso antes que el salario.

Fuente: Espacio Público, 2022.
Es importante entender que estos cambios revelan una evolución en la forma en que las nuevas generaciones conciben el valor del trabajo. Mientras que en el pasado el empleo era visto principalmente como un deber moral y una fuente central de identidad personal, los jóvenes tienden a cuestionar esa visión tradicional, priorizando cada vez más el trabajo como un medio para enfocarse en su crecimiento personal y desarrollo de habilidades por sobre un camino profesional tradicional. Esta transformación ética está redefiniendo el sentido del compromiso laboral, trasladando el énfasis desde la lealtad incondicional hacia una relación más pragmática con el entorno profesional (Robert Walters, 2024).