
En una versión más extrema del escenario anterior, la inteligencia artificial no solo se encarga de realizar investigaciones en diversos campos, sino que también es utilizada para mejorar su propio desarrollo. Esto abre una posibilidad fascinante: a medida que estos sistemas avanzan, se vuelven cada vez más capaces de optimizarse a sí mismos, lo que acelera aún más su evolución. Este ciclo recursivo de automejora progresiva podría llevar a un punto en el que la inteligencia del sistema crezca de forma exponencial, alcanzando niveles impredecibles.
Este escenario fue anticipado en 1965 por el matemático británico Irving Good, quien describió este fenómeno afirmando: «Una máquina ultrainteligente podría diseñar máquinas aún mejores; entonces, indudablemente, se produciría una ‘explosión de inteligencia’, y la inteligencia del hombre quedaría muy atrás» (Good, 1996).
Este fenómeno es comúnmente conocido como “singularidad”, en analogía con la singularidad matemática, donde las variables de una función se vuelven indeterminadas, y con la singularidad física observada en los agujeros negros, donde las ecuaciones que explican los fenómenos físicos divergen hacia valores imposibles de calcular. De manera similar, los efectos económicos, sociales y culturales que podrían desencadenarse tras la singularidad tecnológica son imposibles de predecir con certeza. Simplemente, ningún ser humano que haya vivido antes de este acontecimiento podría prever con precisión lo que ocurrirá después (Vinge, 1993).
Plazo:
- MEDIO 50%
Potencialidad:

Impacto:
Transformacional
Fuente causal