
En este escenario, la inteligencia artificial ha asumido prácticamente todas las tareas cognitivas y manuales que antes realizaban los humanos en las empresas. Sin embargo, ciertos roles muy específicos siguen siendo desempeñados por personas, principalmente en funciones que requieren interacción humana directa, como ventas, representación corporativa y relaciones públicas.
Esta excepción se explica porque, pese a la superioridad cognitiva de la IA, los seres humanos seguimos valorando la interacción con otras personas para establecer relaciones de confianza. En términos simples, nuestra biología nos lleva a confiar más en las personas que en las máquinas.
Como consecuencia, en esta versión del futuro, las empresas emplean a personas principalmente como «rostros» visibles de la organización. Incluso los líderes empresariales, como los CEO, han pasado a desempeñar funciones meramente representativas, mientras que las decisiones estratégicas son gestionadas por sistemas de IA, capaces de analizar y procesar información con una precisión y velocidad inalcanzables para cualquier ser humano.
En este contexto, las habilidades técnicas, incluida la programación, han perdido relevancia debido al dominio de la IA en estos campos. En cambio, habilidades como comunicación, empatía e inteligencia emocional se han convertido en los activos más valiosos del mercado laboral. Aquellos que destacan en estas áreas, o que poseen una apariencia atractiva, reciben salarios elevados, lo que ha llevado a las empresas a transformar por completo sus procesos de selección y formación del talento.
Plazo:
- MEDIO 50%
Potencialidad:

Impacto:
Disruptivo
Fuente causal
Tendencia H: Desarrollo de capacidad y valor de la IA en el trabajo.